En la antigüedad los muros eran esenciales para la protección de los
habitantes de una ciudad. Un muro con brechas significaba peligro para sus habitantes. Las brechas eran una invitación a los ataques y despojos de los enemigos. Nuestra realidad inmediata no es la de guerra física. Pero sí necesitamos la protección y el poder de Dios porque estamos en guerra contra el Enemigo de nuestras almas. Dios nos alerta y equipa a asumir activamente esta postura de guerra. Nos comanda a ponernos toda Su armadura de manera que podamos estar firmes contra las asechanzas del diablo (Efesios 6:11). Nuestros seres queridos tienen brechas en sus muros. Nuestra nación ciertamente las tiene. El libro de Nehemías nos enseña cómo mantener nuestro enfoque y actitud de conquista en medio de circunstancias muy difíciles. Así como llamó a Nehemías, Dios nos está llamando a ti y a mi a pararnos en la brecha, a guerrear y a edificar muros de protección usando las armas que ya nos ha entregado. Ezequiel 22:30 nos dice que Dios buscó entre el pueblo quien se pusiese en la brecha delante de Él, a favor de la tierra, y no lo halló. Que lo contrario sea dicho de ti y de mí. Que cada una de nosotras se apropie de la autoridad que Dios nos ha dado y diga: “Yo me paro en la brecha.”